Biografía de Arturo Borja
Arturo Borja
Sus padres fueron el Dr. Luis Felipe Borja Pérez, y Carmen Amelia Pérez Chiriboga, ambos quiteños descendientes de la aristocracia europea. Fue el décimo tercer hijo de una larga familia de dieciséis hermanos. Su niñez tranquila pero no feliz debido al carácter obsesivo de su padre, quien usaba férrea disciplina, que convirtió al joven Arturo en un ser muy especial, proclive a sufrir depresiones, que casi siempre constituyen el camino más directo al suicidio.
Entre los 14 y 15 años de edad viajó a París para curarse de una lesión sufrida en un ojo. Allí aprovechó para seguir un curso de Literatura, y establecer contacto con los “Poetas Malditos” Baudelaire, Verlaine, Samain y Mallarmé, de quienes aprendió a captar toda la expresión de la poesía de esa época vibrante y melancólica. Aprovechó este viaje para seguir con avidez el curso de la literatura en Francia, que a principios de siglo era rica y abundante.
Regresó a Quito cargado de ideas y libros, con el sentimiento de su vocación. Se dice que a su regreso de Francia, era con sus amigos extremadamente alegre, espontáneo y de agudo ingenio. Hizo grupo con Humberto Fierro, Ernesto Noboa y Caamaño, Francisco Guarderas y vivió épocas de intensa bohemia.
En 1910 publicó en la revista "Letras" de Quito sus traducciones al español de "Les Chants de Maldoror" del Conde de Lautreamont. En abril de 1912 falleció su padre, dejándole como herencia la suma de ocho mil sucres. Se casó en Quito el 15 de octubre de 1912, con Carmen Rosa a quien dedicará los poemas “Por el camino de las quimeras” y “En el blanco cementerio”.
Muerte:
Ninguno de sus amigos tomaba en serio su amenaza de que cuando se le acabara el dinero de la herencia de su padre se suicidaría. Sin embargo, el 13 de noviembre de 1912, luego de su luna de miel, en una hacienda de Guápulo, se suicidó con una sobredosis de morfina. En ese entonces se comentó que ambos cónyuges habían hecho un pacto de autodestrucción que a última hora ella no cumplió, pero logró ocultar todas las evidencias y se hizo aparecer su muerte como un colapso, para evitar el escándalo social y cultural.
Su poema Para mí tu recuerdo, fue musicalizado, como pasillo, por el compositor Miguel Ángel Casares Viteri, pasando a ser interpretado por destacados vocalistas como Carlota Jaramillo y Bolívar “El pollo” Ortiz. Su escasa producción fue recogida y publicada por sus amigos en el libro titulado La flauta de Ónix (1960) en la que se incluyen “Primavera Mística y Lunar”, “Visión Lejana”, “Vas Lacrimae”, “Las Flores Lejanas”, entre otras.
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